La taekwondista Zakia Khudadadi y el atleta Abbas Karimi ya están a salvo, en Australia, gracias al trabajo de un grupo de exatletas y trabajadores por los derechos humanos, entre los que figura la que fue nadadora olímpica canadiense Nikki Dryden y el futbolista australiano Craig Foster.
Khudadadi iba a ser la primera mujer en representar a Afganistán en unos Juegos Paralímpicos. La semana pasada se suponía que ella y su compañero Abbas Karimi debían haber viajado a Tokio. En lugar de ver cumplido su sueño deportivo, ambos se encontraron con la conquista talibán de su país y la imposibilidad de abandonarlo. El presidente del Comité Paralímpico Internacional, Andrew Parsons, reconoció el 19 de agosto que la organización no contaba con medios para transportar de forma segura a los paratletas afganos a Tokio.
Los extremistas prohibían a las mujeres la práctica del deporte y tras su derrota, durante estos veinte últimos años, las mujeres que practicaban alguna disciplina deportiva se habían convertido en símbolo de avance para los derechos de las mujeres en particular y del progreso en los derechos humanos en el país en general.